Lavapiés en estos días
LAVAPIÉS EN ESTOS DÍAS
Estos días Lavapiés se ha convertido en un plató cinematográfico, si no lo era ya. Mientras estamos sentadas en el banco se ruedan tres películas simultáneamente, con el consecuente caos, calles cortadas, trajín de camiones, y técnicos trepando por las paredes para colocar focos y asegurar cables... Algunas personas, dueños de pequeños comercios principalmente, estaban un poco hartos de tanto lío que perjudica su negocio. Nuestras vecinas de banco nos preguntan si aquello tiene que ver algo con nuestro proyecto artístico. Aunque lejos de ser así, su pregunta me hace pensar en la idea de fraude, y el peligro de convertir la miseria en espectáculo, el riesgo de estetizar la marginalidad, y de utilizar la exclusión social en beneficio propio.
Estos días Lavapiés está tan lleno de acontecimientos que pareciera que el barrio se fuera a hundir por el peso de su propia imagen. Lavapiés es un decorado donde cuesta distinguir la fachada de lo real, y se hace difícil no ser consciente de la falsedad que se esconde detrás de cualquier intento de relato documental, ya que todo es escaparate y ficción. Sentadas en el banco en la calle, mientras comemos un helado y nos llega desde el bar la voz del locutor deportivo que retransmite el partido de fútbol del mundial, buscamos un pedacito de realidad, un rinconcito de verdad.
José Antonio Sánchez, en su libro Cuerpos Ajenos, describe la experiencia del rodaje de un documental en un pueblo francés y la dificultad para encontrar espontaneidad en sus habitantes tan autoconscientes de la imagen de sí mismos, y señala cómo la ficción sirvió como estrategia para recuperar lo real en un vecindario acostumbrado a la representación. "La consciencia de que cualquier representación en la sociedad hipermediática es en sí misma un fraude, lo que permite el uso de la representación estética, en cuanto juego consensuado, como medio de representación social o política".
A Jara y a mí se nos ha derretido el chocolate del helado, pringándonos dedos, camisa y cara.
Difícil tarea la nuestra.
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